Título original:
Forførerens Dagbog
Diario de un Seductor
Sören Kierkegaard,
1843
Traduce del danés: Omar Pérez Santiago
Prólogo
Sua passion predominante é la giovin principiante.
DON GIOVANNI, aria
«Su pasión predominante es la joven principiante». (Don Juan, «aria»)
No puedo autoengañarme. Apenas domino el miedo que se apodera
de mí en este momento, en este momento en que yo, y para mi propio interés, he decido hacer una
cuidadosa transcripción de la fugaz copia, que con la mayor prisa y con mucho
desasosiego adquirí. La situación es tan ansiosa
y tan reprochable para mí como lo era entonces. Contrariamente a la costumbre, él
no había cerrado su Secretair, y todo su contenido estaba así a mi disposición; pero
en vano adornaría mi conducta recordándome a mí mismo que no he abierto ningún
cajón.
Abrí el cajón. Había una multitud de papeles sueltos y encima de ellos
yacía un libro en cuartillas grandes, encuadernado con buen gusto. Tenía una viñeta en un papel blanco, en la que había escrito de su puño y
letra: Commentarius Perpetuus Nr. 4.
En vano, sin embargo, trataría de imaginarme que si esa página del libro no
hubiera estado abierta, y si el título pertinente no me hubiera tentado, no habría
caído en la tentación, o habría hecho resistencia. El título en sí era extraño, aunque
no tanto en sí mismo sino por el lugar en que se hallaba.
De un rápido vistazo a los papeles sueltos supe que contenían situaciones
eróticas, insinuaciones individuales sobre una u otra relación, bocetos de cartas de
carácter muy propio. Mas tarde aprendí a conocer su descuido calculado
artísticamente logrado.
Cuando ahora, después de mirar el interior traidor de este depravado me
recuerda la situación cuando yo estuve frente a este cajón y con mi curiosidad abrí
los ojos. Me causó la misma impresión que debe tener a un oficial de policía cuando
entra en la habitación de un falsificador, abre su escondite y en un cajón encuentra
cantidad de papeles sueltos, trozos de arabescos, un monograma, una filigrana, que
le indican que está sobre la pista; en esos momentos, a la satisfacción del hallazgo,
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se une un gran asombro por todo el trabajo de falsificaciones. Le muestra fácilmente
al policía que está en el camino correcto, y la alegría por encima de esto se mezcla
con una cierta admiración por ese estudio, la diligencia que aquí es inconfundible.
Par mi esto es un poco diferente, ya que estoy menos acostumbrado a rastrear
delitos y no estoy armado con una placa de policía.
Sentí el doble peso de la verdad de que andaba por caminos ilegales. Esa
vez no fui menos más pobre en pensamientos que en palabras, como suele ser el
caso. Estoy impresionado por una emoción, hasta que el misterio vuelve a soltarse
y, diverso y veloz en sus movimientos, habla y se insinúa como una dimensión
desconocida.
Cuanto más se desarrolla la reflexión, más rápido se sabe captar. Uno se
vuelve como un funcionario de aduanas con los pasaportes de viajeros extranjeros,
tan familiarizado con ver las personas más aventureras que no se deja llevar
fácilmente por el asombro. Pero independientemente del hecho de que mi
capacidad reflexión probablemente esté muy desarrollada, me quedé en primer
instante asombrado. Recuerdo muy bien que me puse pálido, que casi me
desvanezco, y mi la ansiedad era grande. Supongamos que él hubiera llegado a
casa, y me hubiera encontrado desmayado con el cajón en la mano de su escritorio,
yo como un malvado.
Sin embargo, la conciencia es capaz de hacer la vida interesante.
El título del libro no me sobresaltó en sí mismo; Pensé que era una colección
de extractos de diferentes obras, lo cual me pareció natural, ya que sabía que él
siempre había estudiado con celo.
Sin embargo, contenía cosas completamente diferentes. Era ni más ni menos
que un diario, cuidadosamente llevado; y como yo, después de que lo había
conocido previamente, no encontré que su vida necesitara un comentario tan
solemne, así que no lo niego, después de la intuición que acabo de hacer, que el
título ha sido elegido con mucho gusto y mucho sentido, con verdadera estética, con
superioridad objetiva sobre sí mismo y sobre la situación.
Este título está en perfecta armonía con el conjunto del contenido. Su vida ha
sido un intento de realizar la tarea de vivir poéticamente. Con un fuerte desarrollo
de un órgano para descubrir lo interesante de la vida, y ha sabido encontrarlo, y
habiéndolo encontrado constantemente reproducía poéticamente lo experimentado.
Su Diario, por lo tanto, no es históricamente exacto o simple, ni es un relato
indicativo, sino subconjuntivo, es decir expresa deseos y sentimientos.
Independientemente de lo que se experimenta, lo registra naturalmente después de
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que se ha experimentado, a veces tal vez incluso pasado más tiempo después de
eso. Sin embargo, a menudo se presenta como si tuvo lugar en el mismo momento,
tan dramáticamente vivo que a veces es como si estuviera sucediendo frente a los
ojos de uno. Él debería haberlo hecho porque tenía alguna otra intención con este
diario, es lo más improbable; en el sentido más estricto que sólo haya tenido un
significado personal para él es llamativo; y eso asumiría que tengo una obra de arte
para mí, tal vez incluso no destinada a ser impresa.
Pues no tenía por qué temer nada al publicarlo; la mayoría de los apellidos
en la obra son tan peculiares que no hay absolutamente ninguna probabilidad de
que sean auténticos. Solo he pillado una sospecha de que el nombre de pila es
auténticamente correcto, por lo que siempre él ha estado seguro de reconocer a la
persona real. Mientras que todos los extraños serían engañados por el apellido.
Así es al menos en el caso de la mujer que conocí y sobre la que gira el
principal interés del libro: Cordelia, su nombre muy cierto era Cordelia, pero su
apellido no era Wahl.
¿Cómo se explica ahora que el diario, sin embargo, haya recibido un toque
tan poético?
La respuesta aquí no es difícil. Se explica por la naturaleza poética que hay
en él, que, si se quiere, no es lo suficientemente rica, por así decirlo, ni lo
suficientemente pobre como para separar poesía y realidad.
Lo poético fue más lo que él mismo trajo consigo. Esto era más la poética
que disfrutó en la poética situación de la realidad; y esto él lo rearmó o reconstruyó
en forma de reflexión poética. Fue un segundo placer, y ese placer poético calculado
estuvo presente en toda su vida. En el primer caso disfrutó personalmente de la
estética, y en el segundo caso disfrutó estéticamente de su personalidad.
En el primer caso, el punto era que disfrutaba egoísta y personalmente de lo
que, en parte, la realidad le daba a él, y lo que en parte él mismo había impregnado
a la realidad; en un caso, su personalidad fue prófuga, y luego, en el otro, disfrutó
de sí mismo en la situación.
En el primer caso, siempre necesitaba la realidad, como ocasión, como
momento; en el otro caso, la realidad se ahogaba en lo poético. El primer estadio
es fruto pues del estado de ánimo en que el diario ha emergido como fruto de la
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segunda etapa, donde la palabra es tomada en un sentido algo diferente del
primero.
Así siempre ha tenido la poética por la ambigüedad en que transcurrió su
vida. Detrás del mundo en el que vivimos, lejos en el fondo, se encuentra otro mundo
que se encuentra aproximadamente en la misma relación.
Así, el Diario se formó de su condición anímica y fruto de su maduración;
pero las palabras deben entenderse en un sentido algo diferente. Y de este modo
percibió la poesía en la doble forma en que su vida transcurrió y a través de esta
misma forma.
La relación con esto, como el escenario que a veces ves en el teatro detrás
del escenario real, se mantiene aquí. Tú ves a través de una flor delgada el mundo
de una flor, pero más ligero, más etéreo, de una solvencia diferente a la real.
Muchas personas que aparecen físicamente en el mundo real no pertenecen
a este sino al segundo.
Sin embargo, el hecho de que una persona se desvanezca, incluso casi
desaparezca de la realidad, puede tener su base en un estado de salud o en una
enfermedad.
Este último fue el caso de este hombre a quien una vez conocí sin conocerlo.
No pertenecía a la realidad y, sin embargo, tenía mucho que ver con ella.
Estaba constantemente pasando por encima de él, pero incluso cuando era
más indulgente, estaba fuera de sí. Pero no fue el Bien que lo atraía y tampoco era
realmente el Mal, ni siquiera me atrevo a decir nada sobre él en este momento.
Él ha padecido una exacerbatio cerebri, donde la realidad no tenía suficientes
incentivos. Una angustia sicológica que le impide relacionarse directamente con la
realidad. Sólo en un estadio momentáneo más alto solamente.
Un estado sicológico en que él no se comprometía con la realidad. No es que
fuese demasiado débil para soportarla, sino que era demasiado fuerte; pero esta
fuerza era una enfermedad. Tan pronto como la realidad perdió su significado como
incitación, estaba desarmado, y ahí estaba el mal en él. Él mismo era consciente de
esto en el momento de la incitación, y en esta conciencia o lucidez egótica yacía el
mal.
He conocido a la muchacha cuya historia constituye el contenido principal del
diario. Si ha seducido otras, no lo sé; sin embargo, sería posible deducirlo de sus
escritos.
También parece haberse conducido de una manera diferente, según la praxis
que lo caracteriza bastante; porque estaba demasiado decidido espiritualmente a
ser un seductor en el sentido común.
Parece que también con esta forma de práctica se condujo del modo
absolutamente particular que le caracteriza. La naturaleza le había dotado de un
espíritu demasiado selecto para que fuese uno de tantos seductores habituales.
También puedes ver en el diario que a veces era algo completamente
arbitrario lo que ansiaba, un saludo, por ejemplo, y recibiría más sin costo alguno,
porque era lo más hermoso de la mujer en cuestión.
Con la ayuda de sus dones espirituales ha sabido tentar a una muchacha,
atraerla hacia él, sin importarle poseerla en el sentido más estricto. Puedo imaginar
que él sabía cómo conseguir eso en una mujer. Lo más destacable fue que él estaba
seguro de que ella lo sacrificaría todo por él.
Cuando el asunto llegaba tan lejos, se interrumpía, sin que haya habido el
más mínimo acercamiento de su parte, sin una palabra de amor, y mucho menos
una declaración, una promesa.
Y, sin embargo, había sucedido. Y la desdichada conservaba la conciencia
de ello con doble amargura, porque no tenía nada que reclamar, porque
constantemente era confundida por los más diferentes estados de ánimo en un gran
revoltijo temeroso. Ella pronto se reprochó a sí misma, luego lo perdonó, pero pronto
lo hizo reproches a él. Ahora, sin embargo, dado que la relación sólo había tenido
realidad en un sentido impreciso, constantemente tenía que luchar con la duda de
que todo el asunto era una ilusión.
Tampoco tenía la muchacha el recurso de confiarle a alguien su vivencia,
pues, objetivamente, ella no tenía realmente nada que confiarles. Cuando has
soñado, puedes contarles a otros tu sueño, pero eso que ella tenía que contar, no
era un sueño, era la realidad, y sin embargo, tan pronto como quería decírselo a
alguien más, para aliviar su mente perturbada, entonces era Nada.
Ella misma lo percibió muy bien. Ningún ser humano podría comprenderla,
apenas ella misma, y sin embargo, todo reposaba con un peso ansioso sobre ella.
Tales víctimas son por lo tanto de una naturaleza muy propia. No fueron unas
infelices que fueron marginadas, o que pensaron que eran condenadas al
ostracismo por la sociedad, afligidas pero saludables y fuertes. A veces, cuando el
corazón se llenó demasiado, les dio un aire de odio o de perdón.
En ellas no se había producido ningún cambio visible; vivían en las
condiciones habituales, consideradas respetables como siempre, y sin embargo un
cambio se producía en ellas, inexplicablemente casi para ellas mismas, e
incomprensibles para los demás.
Su vida no estaba rota o quebrada, como la de otras seducidas. Estaba
íntimamente doblegada; perdida para los demás, se buscó en vano en sí misma.
En el mismo sentido en que se podría decir del seductor que su camino por
la vida era imposible de rastrear (puesto que sus pasos eran tan regulares o
normales, e imagino el control infinito de sus huellas o pisadas), en el mismo sentido
ninguna víctima cayó por él.
El seductor vivió demasiado espiritualmente para ser un seductor en el
sentido ordinario. Ocasionalmente, sin embargo, asumía un cuerpo parastático, es
decir, una adaptación mimética o inmóvil y entonces era solo sensualidad.
Su historia con Cordelia es tan complicada que le fue posible aparentar ser
él, el seducido. De hecho, incluso la infeliz Cordelia a veces puede quedar perpleja
al respecto, y aquí también las huellas del seductor son tan vagas que es imposible
hallar pruebas de su culpabilidad.
Los individuos eran meros incentivos para él, los tiraba al igual que los
árboles sacuden sus hojas – él se rejuveneció, las hojas se marchitaron.
Pero, ¿cómo se ve en su propia cabeza? Creo que tal como él ha desviado
a otros, él terminará del mismo modo corriendo salvajemente sobre lo mismo.
Él ha descarriado a los otros, no exteriormente, sino interiormente.
Hay algo repugnante cuando una persona conduce por caminos equivocados
a un vagamundo extraviado que no conoce el camino, y lo deja solo en su engaño,
y ¿qué es esto comparado con llevar a una persona a extraviarse y a correr de
modo salvaje sobre sí misma?
El vagamundo descarriado, sin embargo, tiene el consuelo de que el paisaje
está en constante cambio a su alrededor, y con cada cambio nace una esperanza
de encontrar una salida; pero el que se desenfrena en sí mismo no tiene un territorio
tan grande para moverse; pronto se da cuenta de que es un circuito o laberinto del
que no puede salir. Así es como creo que le pasará a él, incluso en una escala aún
más terrible.
No puedo pensar en nada más doloroso que una cabeza intrigante que pierde
el hilo y ahora toda su agudeza se vuelve contra sí mismo, pues la conciencia
despierta y trata de salir de esa guarida salvaje. En vano cree él tener muchas
salidas en su trinchera, en el momento en que su alma ansiosa ya cree que ve caer
la luz del día adentro, resulta ser una nueva entrada, por lo que busca asustado,
perseguido por la desesperación siempre busca una salida y siempre encuentra una
entrada por la que vuelve a sí mismo.
Esa persona no siempre es lo que se podría llamar un criminal, él mismo a
menudo se siente decepcionado por sus intrigas, y sin embargo, le sobreviene un
castigo más terrible que el del criminal; pues ¿qué es el dolor del remordimiento en
comparación con esta locura lúcida? Él experimenta consciente su locura o
alucinación, como un caso de esquizofrenia o trastorno bipolar.
Su castigo tiene un carácter puramente estético; por eso mismo, la conciencia
despierta, es una expresión demasiado ética sobre él;
La conciencia se le presenta simplemente como una lucidez superior que se
manifiesta como una inquietud que ni siquiera lo acusa en un sentido más profundo,
sino que lo retiene despierto, sin descanso debajo de él en su inquietud estéril.
Tampoco está loco; pues en al final la multiplicidad de pensamientos no se petrifican
en la eternidad de la locura.
Pobre Cordelia, a ella también le resultará difícil encontrar la paz. Ella lo
perdona desde el fondo de su corazón, pero no encuentra descanso, porque
entonces surgen las dudas: fue ella quien canceló el compromiso, fue ella quien fue
la causa del accidente, fue su orgullo lo que atrajo lo inusual. Luego se arrepiente,
pero ella no encuentra descanso; porque entonces los pensamientos acusadores la
absolvieron: fue él quien, con su astucia, inoculó este plan en su alma.
Entonces ella odia, su corazón se siente aliviado en maldiciones, pero no
encuentra descanso; se reprocha otra vez, se reprocha a sí misma, porque lo ha
odiado, porque ella misma es pecadora. Reproches porque, por muy sutil que él
haya sido, ella siempre tiene la culpa.
Es difícil para ella, que ha sido engañada aún más gravemente, y uno casi
podría estar tentado a decir, es la reflexión que él ha despertado en ella, su
desarrollo lo suficientemente estético como para no escuchar más humildemente a
una sola voz, sino poder escuchar muchos discursos a la vez.
Entonces el recuerdo despierta en su alma, ella olvida la culpa, recuerda los
bellos momentos, se aturde en una exaltación antinatural. En esos momentos ella
no solo lo recuerda, sino que lo percibe con una clarividencia que solo muestra
dónde ella ha quedado plasmada. Ella no ve en él al criminal, pero tampoco ve a la
persona noble. Ella lo siente a él como algo meramente estético.
Una vez ella me escribió una epítola en la que comenta sobre él.
“A veces estaba tan espiritual que me sentía aniquilada como mujer, otras
veces tan salvaje y apasionado, tan seductor, que casi temblé por él. A veces yo
era como un extraña para él, a veces se entregaba por completo; cuando pasaba
mi brazo alrededor de él, a veces de repente todo cambiaba, y yo abrazaba una
nube. Conocía esta expresión antes de conocerlo a él, pero él me ha enseñado a
entenderla; cuando la uso siempre pienso en él, como pienso en cada uno de mis
pensamientos sólo en él. Siempre me encantó la música, él era un instrumento sin
par, siempre en movimiento, tenía un alcance que ningún Instrumento tiene, era un
Epítome de todos los sentimientos y estados de ánimo, ningún pensamiento era
demasiado alto para él, nadie demasiado desesperado, podía correr como una
tormenta de otoño, podía susurrar inaudiblemente. Ni una palabra mía quedó sin
efecto, y sin embargo no puedo decir que mi palabra no faltó a su efecto; para lo que serviría, me era imposible saberlo. Con un indescriptible, pero secreta, dichosa,
innombrable ansiedad escuché esta música que yo mismo evoqué, y sin embargo
no había evocado, siempre hubo armonía, siempre me arrastró".
Terrible es para ella, más terrible será para él, puedo concluir que yo mismo
apenas puedo controlar el miedo que se apodera de mí cada vez que pienso en ese
asunto. Yo también estoy atrapado en eso reino brumoso en el mundo de los
sueños, donde tienes miedo de tu propia sombra en todo momento. Busco en vano
muchas veces despegarme de allí, sigo como una figura amenazadora, como un
acusador mudo.
¡Qué extraño!
Él ha difundido el secreto más profundo sobre todos. Sin embargo, hay uno
aún más profundo secreto, y es que soy un iniciado en él, y yo mismo me enteré de
manera ilegal. Ah, olvídalo todo. Él no tendrá éxito. A veces he pensado en hablar
con él al respecto. Pero de qué serviría, él lo negaría todo, afirmaría que el diario
era un intento poético, o me impondría el silencio, Algo que no puedo negarle, en
consideración a la forma en que me he dado cuenta. No hay nada, sin embargo,
sobre el cual descansa tanta seducción y tanta maldición como un secreto.
De Cordelia he recibido una colección de epístolas. Si son todos de ellas, no
lo sé, pero me pareció que una vez hizo saber que ella misma había borrado
algunas. He tomado una copia de ellas y ahora quiero en mi transcripción
entrelazarlas. Bueno, les faltaba fecha, pero aunque las tuvieran, no serían de
mucha ayuda, ya que el diario en su progreso posterior se vuelve más y más escaso,
de hecho finalmente en sola una sola excepción, renuncia a todas las fechas, como
si la historia en su marcha se volviera tan cualitativamente significativa, en la medida
en que la realidad histórica, se aproximaba a ser una idea, que por ello las
regulaciones de tiempo se volvieron irrelevantes.
Lo que me ha ayudado, en cambio, es que en varios lugares de el diario
contiene algunas palabras, cuyo significado no entendí al principio. Al compararlos
con las cartas, sin embargo, me he dado cuenta que son los motivos de éstas. Por
lo tanto, me resultará fácil intervenir en el lugar correcto, ya que siempre introduzco
la carta en el lugar donde se encuentra el motivo de la misma.
Si no hubiera encontrado estas pistas principales, habría sido culpable de un
malentendido; porque estaba bien no se me ocurrió, lo que ahora sale del diario, la
probabilidad de que en determinados momentos las cartas se sucedían con tanta
frecuencia que parece haber recibido varias en un día. ¿Debería haber seguido mí
propio pensamiento? Entonces probablemente los habría distribuido de manera
más equitativa y no habría adivinado el efecto que ha logrado la energía apasionada
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con la que ha utilizado esto con todos los medios para mantener a Cordelia en el
pináculo de la pasión.
Antes de la divulgación completa de su relación con Cordelia, el diario
contenía intercalado pequeñas ideas ocasionales. Dondequiera que se encontraba
uno, había una nota en el margen. Estas descripciones se mantienen en relación
con la historia de Cordelia, pero dándome una idea vívida del significado de una
expresión que él usaba a menudo, aunque antes yo la entendía de otra manera:
uno siempre debe tomar en cuenta una pequeña cadena exterior. Si hubiera caído
en mis manos un volumen anterior de este diario, probablemente habiendo dado
con varios de estos, lo que él mismo llama en algún lugar del margen: Actiones in
distans, es decir los efectos o acciones que influyen desde la distancia; porque él
estaba tan ocupado con Cordelia que no tenía tiempo de mirar a su alrededor.
Poco después de abandonar a Cordelia, él recibió de ella un par de cartas,
que él reenvió sin abrir. Entre las cartas que me dejó Cordelia también estaban
estas. Ella misma había roto el sello, y me atrevo a tomar una copia de ellas. Ella
nunca me mencionó su contenido, al contrario, cuando mencionó su relación con
Juan, solía recitar un verso, creo que de Goethe, y, según su estado de ánimo y la
consiguiente diferencia de dicción parecía significar algo diferente:
Vamos,
Desdeña la fidelidad,
El arrepentimiento viene después.